Logo EstoesAtleti.es
Logo EstoesAtleti.es
Logo Messenger
Logo Twitter
Imagen de zapatillas de fúbtol

Luis Gómez cuelga las zapatillas tras veinte años como jugador de fútbol sala

“Son muchos partidos, pero fue debido a que me cuido mucho, llevando una vida ordenada y realizando una alimentación equilibrada"

El jugador coruñés disputó más de seiscientos partidos, pero sin duda pasará a la historia por el insólito registro de haber disputado 550 de forma consecutiva sin haberse perdido ninguno por lesión, sanción o decisión técnica. 

Desde su segunda temporada como profesional hasta el día de su retirada. “Son muchos partidos, pero fue debido a que me cuido mucho, llevando una vida ordenada y realizando una alimentación equilibrada, y sobre todo que en estos años todos los entrenadores hayan confiado en mí”, reconoció.

Este pundonoroso cierre destacó desde sus inicios principalmente por su físico, entrega y profesionalidad. Jugó su último encuentro oficial el pasado 22 de diciembre, en la victoria de su último club, el Loureiro, ante el Carballiño por 3-0. Gómez, que disputó quince campañas consecutivas en la División de Honor, comenzó su carrera en el Chaston en 1989. 

En el equipo coruñés se mantuvo hasta su descenso administrativo ya como Egasa Coruña en 1995. “Aquella fue una temporada muy dura por jugar sabiendo lo que se avecinaba”, apunta.

A continuación pasó a formar parte del Academia Postal, conjunto con el que llegó a disputar el play off por el título. En el cuadro ourensano militó tres años para firmar acto seguido con el Parrulo, club con el que también se clasificó para disputar la fase final por el título. “Ourense fue una etapa maravillosa. De allí guardo muchos de mis mejores amigos”, señala.

En el equipo departamental únicamente jugó un año, ya que el MRA Xota se fijó en él y tras pagar un traspaso lo incorporó para poner las bases de un equipo puntero dentro de la primera categoría nacional. 

“Con el Xota he vivido partidos increíbles como aquella agónica promoción de descenso en el Príncipe Felipe de Zaragoza ante 11.500 espectadores o la Copa de España en Valencia”, destacó el cierre coruñés.

En tierras navarras jugó hasta el año 2004, verano en el que fichó por el Loureiro, su último equipo. Con el cuadro coruñés jugó tres años en la División de Plata y la presente en la Primera Nacional tras un nuevo descenso administrativo del fútbol sala coruñés.


Tres supervivientes

Con la retirada de Luis Gómez y la de su amigo Leandro el pasado año, ya solo quedan tres supervivientes del Chaston que tantas alegrías dio a la afición coruñesa en la década de los ochenta y principios de los noventa. 

Son Toni Lodeiro, defendiendo en la actualidad la portería del Azkar Lugo de la División de Honor, así como los actuales jugadores del Parrulo de Primera Nacional A, Manolo Pardo y Fernando Regueira.


El Perfil de Luis Gómez

Luis Gómez ha sido uno de esos cierres vestidos a la antigua usanza por su robustez y sobriedad en su ardua labor defensiva. Pero también fue uno de los pioneros en mostrar el camino del daño que puede hacer un defensor hacia la meta contraria. 

Su disparo de puntera, conocido por sus ex compañeros como el ‘tiro serpiente’ por los extraños cambios de dirección que realiza el esférico en su vuelo hacia la meta rival, o sus remates de cabeza han brindado grandes alegrías a sus equipos en forma de puntos.

Desde sus inicios destacó por ser una fuerza de la naturaleza. El azar le metió en el fútbol sala a una edad muy tardía. De hecho no jugó en ningún equipo base y en su primera campaña, saboreando el suave tacto del balón, batió todos los registros goleadores en la clásica competición de Salesianos, competición local de A Coruña.

La carrera de Luis Gómez es digna de estudio. Cada campaña partía con desventaja con el resto de jugadores de su puesto, partiendo como teórico reserva e incluso descarte. Pero siempre se daba un vuelco de 180 grados y lo que era negro pasaba a ser blanco. 

Siempre acababa la Liga ganándose la confianza de todos sus entrenadores, siendo pieza indiscutible para unos entramados tácticos que se han ido tejiendo con el paso de los lustros y que él tan bien conoce.

Este pundonoroso cierre se ganó a pulso el apodo de ‘La piedra’ porque nadie como él conoce los secretos para ganarse la confianza de un entrenador y rendir a los 39 años pasando por encima de jovencitos incipientes.

Su profesionalidad llegaba a tal punto que después de toda una semana de fatigosos entrenamientos y de jugar el sábado 35 minutos, se marchaba el domingo (su día libre) a correr por su cuenta sobre hierba natural a un campo de fútbol cercano a su domicilio. 

Por eso, cuando el lunes se juntaban todos los jugadores para contar las hazañas del fin de semana, él se quedaba en un discreto segundo plano y empezaba a ganarse la confianza del entrenador desde el lunes. ¿Qué entrenador iba a negarle entonces jugar comportándose así?

Hoy el fútbol sala pierde seguramente a su jugador más histórico de los que se mantenía en activo. Un cierre con más antigüedad que la propia Liga Nacional de Fútbol Sala. Hemos perdido a un gran jugador. 

Solo espero que el fútbol sala no pierda a esta persona que siempre ha demostrado su incondicional amor por este deporte, y que pronto lo veamos sentado en un banquillo (hace años que cuenta con el título) o en un despacho ayudando a que evolucione este deporte al que vio nacer en su concepción actual.